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miércoles, 25 de diciembre de 2013

Aferrémonos a la esperanza


Aferrémonos a la esperanza

¿Alguna vez nos hemos sentidos fracasados? Hay personas que consideran que la vida de Jesús fue un fracaso. Jesús nació en un lugar humilde, fue un carpintero solitario la mayor parte de su vida, viajó como predicador itinerante durante tres años. Durante esos años de esfuerzo pocos fueron sus discípulos, y no tuvo un número considerable de seguidores. Murió en el oprobio, crucificado junto a dos presos comunes. Si este fuera el final de la historia, todos consideraríamos que su vida fue un fracaso.
¡Pero la historia no concluye aquí, porque al tercer día Jesús resucitó de los muertos, ascendió al cielo y ahora está sentado a la diestra del Padre!
Si nos sentimos fracasados, estamos en buena compañía. Abraham Lincoln tuvo más fracasos que victorias. Detengámonos por un instante y leamos algunos aspectos de su vida:

  • Creció en una granja, aislado del mundo. Recibió un año de educación formal. En sus primeros años apenas tuvo acceso a unos pocos libros.
  • En 1832 perdió no solo el trabajo, también perdió en las elecciones para ocupar un cargo en el Congreso en el Estado de Illinois.
  • En 1833 fracasó en los negocios.
  • En 1834 fue elegido para ocupar un cargo en el Congreso; pero en 1835 murió su novia y en 1836 sufrió una crisis nerviosa.
  • En 1838 perdió la nominación para presidente de la Cámara de Representantes, y en 1843 perdió la nominación para el Congreso.
  • En 1846 fue electo para ocupar un cargo en el Congreso, pero en 1848 perdió la segunda nominación.
  • En 1849 se rechazó su nombramiento como funcionario del gobierno federal encargado de la administración de los territorios, y en 1854 perdió la nominación para el senado.
  • En 1856 perdió la nominación para la vicepresidencia, y en 1858 perdió nuevamente la nominación para el senado.

¿Consideramos que la vida de Lincoln fue un fracaso? ¡En absoluto!
Fue uno de los presidentes más importantes en la historia de los Estados Unidos.
Cuando pensemos en la palabra fracaso, no se puede evitar asociarla con perseverancia. ¡Perseverar significa aferrarse a, permanecer, arremeter, esforzarse por seguir adelante! Todos debemos mantener los ojos puestos en Jesús y caminar con Él. Podemos mantener la seguridad. Sigamos adelante; al final del túnel encontraremos la luz, la luz del amor de Dios.

Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.
Filipenses 1:6
Versión N.V.I. 

 Tomado del libro Conectado con Dios.
Autor: Jim Burns