TV Perlas De Agua Viva

Watch live streaming video from perlasdeaguaviva at livestream.com

jueves, 30 de septiembre de 2010

El temor al fracaso

El temor al fracaso
Hay ciertas tormentas en la vida de la persona que contribuyen a que la actitud se estrelle.

Estas son predominantemente internas, no externas. Son parte de nosotros y deben ser tratadas constructivamente para que traigan paz y produzcan una actitud sana. La tormenta interna es: el temor al fracaso.

Hemos tenido muchas maneras de enfrentarnos con eso. Algunas personas son tan determinantes que dicen: “Si no tienes éxito la primera vez, destruye toda evidencia de que lo intentaste”.

Fracaso: Lo escondemos, lo negamos, lo tememos, lo desconocemos, y lo odiamos.

Hacemos todo menos aceptarlo. Por aceptación no quiero decir resignación y apatía. Quiero decir entendimiento que el fracaso es un paso necesario hacia el éxito. El hombre que nunca cometió una equivocación nunca hizo nada.

Veamos las vidas de grandes hombres. Una realidad constante en todos es que experimentaron fracasos. En efecto, la mayoría de ellos comenzaron siendo fracasados. Cuando el gran pianista polaco Ignace Paderewsky decidió estudiar piano, su profesor de música le dijo que sus manos eran demasiado pequeñas para dominar el teclado. Cuando el gran tenor italiano Enrico Caruso presentó su solicitud para aprender canto, el maestro le dijo que su voz sonaba como el viento que silbaba por la ventana. Cuando el gran estadista de la Inglaterra victoriana, Benjamín Disraeli intentó hablar en el Parlamento por primera vez, los parlamentarios le pidieron que se sentara y se rieron cuando dijo: “Aunque ahora me siente, vendrá el tiempo en el que me oirán”. Henry Ford olvidó poner una marcha de reversa en su primer carro. Thomas Edison gastó dos millones de dólares en una invención que demostró ser de poco valor.

Muy pocos lo hicieron bien la primera vez. Fracasos, repetidos fracasos, son las huellas que hay en el camino hacia el éxito. La vida de Abraham Lincoln demostró que la única vez en que no se fracasa es cuando se hace algo y da resultado. Podemos y debemos “caer” e irnos de bruces hacia el éxito.

Aceptar el fracaso en el sentido positivo, es algo efectivo cuando usted cree que el derecho a fracasar es tan importante como el derecho a triunfar. La mayoría de las personas rara vez valoran su buena salud, hasta que se enferman. El experimentar los problemas nos da un gozo más grande en nuestro progreso si aceptamos el fracaso como un proceso importante para llegar a nuestra meta.

Es imposible triunfar sin sufrir. Si tenemos éxito y no hemos sufrido, es que alguien ha sufrido por nosotros; y si estamos sufriendo sin tener éxito, tal vez alguien tendrá éxito por nosotros. Pero no hay éxito sin sufrimiento.

Corramos el riesgo. Trepemos y subamos a la rama donde está el fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida. Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo. Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron. Santiago nos dice: “No tenemos porque no pedimos”.

En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo. Una clave para fortalecerse en tiempos de fracaso es mirar a nuestro Creador y nuestro principal motivador.

Cuando parece que he fracasado...
Señor, ¿quieres decirme algo?
Porque...
El fracaso no significa que soy un fracasado; significa que todavía no he triunfado.
El fracaso no significa que no he logrado nada; significa que he aprendido algo.
El fracaso no significa que he sido un tonto; significa que tuve suficiente fe para experimentar.
El fracaso no significa que he sido desgraciado; significa que me atreví a probar.
El fracaso no significa que no lo tengo; significa que lo tengo de una manera diferente.
El fracaso no significa que soy inferior; significa que no soy perfecto.
El fracaso no significa que he desperdiciado mi tiempo; significa que tengo una excusa para comenzar otra vez.
El fracaso no significa que debo darme por vencido; significa que debo tratar con más ahínco.
El fracaso no significa que nunca lo haré; significa que necesito más paciencia.
El fracaso no significa que me has abandonado; significa que debes tener una mejor idea para mí. Amén.

  
Los que confían en Jehová son como el monte de Sion,
Que no se mueve, sino que permanece para siempre.
Salmos 125:1
  
Fortaleza en tiempos de fracaso
Por John Maxwell

martes, 28 de septiembre de 2010

Un sacrificio por amor

Un sacrificio por amor
Dios nos demostró su amor a través de un sacrificio. La famosa declaración de Jesús en Juan 3:16 constituye la mejor expresión de esta clase de amor: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”Dios permitió el sufrimiento y la muerte de su único Hijo para que nosotros experimentemos vida abundante aquí en la Tierra y vida eterna con Dios. Cuando miramos la cruz, recordamos el sacrificio de Cristo que se entregó para mostrar su amor por nosotros. Su amor no fue simples palabras, fue un sacrificio que produjo consecuencias eternas. Estamos plenamente convencidos de que si fuéramos las únicas personas en el mundo que necesitaría salvación de Dios, Jesús hubiera venido a morir en la cruz solo por nosotros.

¿Respondemos correctamente a su sacrificio de amor? ¿Nos humillamos, recibimos a Jesús como nuestro Señor y diariamente le ofrecemos adoración y acción de gracias por su enorme sacrificio? Nunca debemos amar a Dios por un sentimiento de responsabilidad, debemos amarlo como respuesta a lo que hizo por nosotros. La próxima vez que observemos la cruz, detengámonos y ofrezcamos a Dios nuestro más sincero agradecimiento por su sacrificio de amor.


Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8


Tomado del libro Conectado con Dios.
Autor: Jim Burns

domingo, 26 de septiembre de 2010

No desperdiciemos el tiempo

No desperdiciemos el tiempo
Una querida anciana quien residía en un pequeño pueblo se preparaba para su primer viaje en tren. El viaje consistía en una trayectoria de cincuenta millas a través de una interesante y hermosa región, y la anciana esperaba disfrutar esta placentera experiencia. Sin embargo, una vez que subió al tren, le tomó tanto tiempo colocar bien sus paquetes y canastas, acomodar su asiento, poner en el lugar deseado las cortinas y persianas, y recibir respuesta a sus ansiosas preguntas sobre todo lo que tuvo que dejar atrás, que cuando estaba a punto de acomodarse para disfrutar el viaje, se escuchó el aviso de la proximidad de su parada.

-¡Santo cielo! – dijo ella -, si hubiera sabido que llegaríamos tan pronto, no habría desperdiciado mi tiempo preocupándome por bagatelas. ¡Casi no pude aprovechar el panorama!

Entretenerse con todas las “bagatelas” que ayer quedaron atrás, y con las del mañana, nos roba el gozo que Dios trae a nuestras vidas hoy. Si varias veces al día hemos repetido “Estamos demasiado ocupados para…”, podría ser el tiempo de evaluar nuestras prioridades.

Demasiados ocupados
¡Demasiados ocupados para la Biblia
demasiados ocupados para esperar y orar!
¡Demasiados ocupados para expresar bondades
a alguien en nuestro camino!
¡Demasiados ocupados para cuidar y luchar,
para pensar en la vida que está por venir!
Demasiados ocupados construyendo mansiones,
para planear para el hogar celestial.
¡Demasiados ocupados para ayudar al hermano
que enfrenta el embate invernal!
Demasiados ocupados para compartir nuestra carga
cuando en la balanza se mide quienes somos.
Demasiados ocupados para todo lo que es santo
en la tierra debajo del cielo.
Demasiados ocupados para servir al Maestro
Pero nunca demasiados ocupados para morir.

Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:34

Tomado del libro un café con Dios
Traducido al español por Gabriel Prada

viernes, 24 de septiembre de 2010

Llegar a la cima

Llegar a la cima
Es muy importante poder recuperarse después que uno se ha fracturado la espalda y algunas costillas. Sólo preguntémosle a Jaroslav Rudy, un checolosvaco quien reside en los Estados Unidos, hace unos diez años.

Jaroslav viajaba a alta velocidad en su motocicleta por un sendero aislado, y al tomar una curva chocó con una piedra, y perdió el control de su vehículo. Segundos después, estaba en el fondo de un terraplén de treinta pies, fuera de la vista de cualquiera que viajara o caminara por el sendero.

Rudy permaneció dos días en el mismo lugar donde cayó; le era imposible moverse por causa de sus heridas. Las bajas temperaturas, el hambre y el dolor lo motivaron por fin, a intentar regresar al sendero.

Sus primeras tentativas resultaron ser inútiles, el dolor era demasiado intenso. Al siguiente día, lo intentó de nuevo, comenzando a las seis de la mañana. Iba arrastrándose pulgada a pulgada, mientras escuchaba el crujiente sonido de sus lesionados huesos, y se desmayó varias veces en el proceso, por lo que demoró unas seis horas en llegar al sendero. Fue entonces cuando cuatro ciclistas lo encontraron. Poco tiempo después, era llevado al hospital.

Cuando nos faltan las fuerzas y enfrentamos una meta que simplemente tenemos que alcanzar, no tenemos que rendirnos, pero sí debemos ser sensibles.

Examinemos nuestra situación, y dediquemos tiempo para analizar lo que tenemos que hacer y cuáles son los recursos disponibles. Pidámosle al Señor que nos dé su sabiduría y su plan.

Ideemos un plan de ataque, y que el mismo incluya un horario y programa para lo que esperamos lograr, en un período de tiempo dado.

Tomemos breves descansos a lo largo del camino, de modo que nuestra creatividad y energía sean renovadas.

Siempre recordemos que a pesar del éxito que alcancemos, la realidad es que nunca lo hicimos solo.
  
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Salmos 84:5


Tomado del libro un café con Dios
Traducido al español por Gabriel Prada

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El niño que no abrió su mano

El niño que no abrió su mano
Sucedió que un niño de cuatro años metió su mano en un costoso florero y no pudo sacarla de allí. La madre tampoco pudo sacar la mano del niño. Intentó arrimar el florero pero fue inútil. Siguió intentando con jabón. Pues no le quedó otra que resignarse y calmar al niño.

“Pronto va a venir papá y te va a quitar la mano”.

Podría haber roto el florero, pero era impensable ya que éste era un tesoro hereditario de varios años. Cuando llegó el padre a la casa, se encontró con el niño asustado y su esposa preocupada. El padre, luego de pensar, decidió romper el florero. Al martillarlo, el costoso florero comenzó a quebrarse y cuando se rompió, los padres se dieron cuenta de que el niño tenía el puño cerrado. “¿Todo este tiempo tenías el puño cerrado?”, preguntó el padre al hijo.

El niño llorando le afirmó con la cabeza. Entonces la madre le preguntó cariñosamente,

“¿Puedes decirme por qué lo hiciste?” Entonces el hijo le respondió; “Es que había una moneda adentro”, y abriendo su mano le mostró la moneda.

Al no abandonar el niño, la moneda, los padres tuvieron que romper el tesoro hereditario. Lo mismo puede pasarnos si nosotros no abrimos nuestras manos hacia Dios. Cuando Jesús oró a que se haga la voluntad del Padre y no la de Él, estaba abriendo sus manos hacia Dios entregando hasta su vida.


No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Mateo 6:19-21

Tomado del libro Tiempo Con Dios
(Desierta el liderazgo en ti) Bill Perkins

lunes, 20 de septiembre de 2010

Sanidad extrema

Sanidad extrema
La pierna de asif se le fracturó cuando chocó con un auto en una calle de Pakistán. En medio del dolor, sintió una mano en su pierna. Levantó la vista para escuchar a una mujer orando que Jesús lo sanara. Asif comenzó a enojarse porque era musulmán. Entonces una energía extraña comenzó a correr a través de su cuerpo. Su pierna se enderezó y el hueso volvió a su lugar. Al final, se fue caminando hasta su casa desde el accidente.

Hambriento de conocer más acerca de este “Jesús” que lo sanó, Asif leyó acerca de los otros milagros de Jesús en la Biblia que le dio la mujer. Y llevo sus preguntas al mulvi (líder religioso) en su mezquita. “¿Por qué está hablando de Jesús?”, dijo el mulvi con desprecio.

“¿Cómo no me iba a interesar en Él”?, preguntó Asif. “Él me sanó”

El mulvi y otros en la mezquita encerraron a Asif en una habitación y lo obligaron a tomar veneno, pensando que si moría antes de aceptar a Jesús, lograría llegar al paraíso. Sin embargo, ASif despertó y clamó a Jesús.

De repente una luz brillante llenó la sucia habitación. Asif prometió: “Esta vida es para ti. Mientras esté en la tierra, trabajaré para ti”.

Desde entonces, la familia de Asif lo ha repudiado y en repetidas ocasiones lo han golpeado porque se niega a dejar de hablarle a la gente sobre su nuevo amigo Jesucristo.

Algunas veces tenemos que experimentar el poder de Dios antes que creamos. En realidad, muchos no creyentes prefieren debatir sobre la religión a distancia antes que tener que lidiar con un encuentro espiritual personal. Nadie puede disputar la experiencia personal. El individuo es el único experto en la materia. Encontrar a Dios es experimentar su poder y sentir su presencia. La Biblia proporciona muchos ejemplos de no creyentes que encontraron el poder de Dios. Algunos respondieron con adoración. Otros resistieron su poder y sufrieron las consecuencias. De cualquier manera, una persona nunca es la misma después de una experiencia con Dios. Es como si Dios le estuviera diciendo a un corazón decididamente dudoso: “Yo soy real. Enfréntate a esto”. ¿Cómo le ha mostrado Dios que es real? ¿A quién declara su experiencia?

De oídas te había oído;
Mas ahora mis ojos te ven.
Job 42:5



Tomado del Libro Devoción Extrema
Traducido al español por Rafael B. Cruz

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cultiva…. Tres Cosas

Cultiva…. Tres Cosas
Cultiva tres cosas: La bondad, la sabiduría y la amistad.
Busca tres cosas: La verdad, la filosofía y la comprensión.
Ama tres cosas: Las buenas maneras, el valor y el servicio.
Gobierna tres cosas: El carácter, la lengua y la conducta.
Aprecia tres cosas: La cordialidad, la alegría y la decencia.
Defiende tres cosas: El honor, los amigos y a los débiles.
Admira tres cosas: El talento, la dignidad y la gracia.
Excluye tres cosas: La ignorancia, la ofensa y la envidia.
Combate tres cosas: La mentira, el odio y la calumnia.
Conserva tres cosas: La salud, el prestigio y el buen humor.

Siguiendo estos consejos, ennoblecerás la vida 

y serás útil a la sociedad en la que te toca vivir.

P. Gregorio Mateu