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viernes, 10 de enero de 2014

Nuestros hechos hablan más que nuestras palabras

Nuestros hechos hablan más que todas las palabras que podamos pronunciar.

Cuando nos consideremos verdaderos seguidores de Dios, abramos nuestras vidas ante los ojos de los demás y esta se transformará en un verdadero ejemplo. La buena noticia consiste en que la gente responderá a todas nuestras obras y a nuestra actitud servicial. De hecho, querrán conocer más acerca de nuestro Dios, a medida que nuestra forma de actuar evidencie que nuestra fe se basa en hechos y no en palabras.

Vamos a ver una historia que transmite un importante mensaje:

“Poco tiempo después de que la Segunda Guerra Mundial llegara a su fin, Europa comenzó su reconstrucción. Gran parte del viejo continente había sido arrastrado por la guerra, y estaba en ruinas. No había imagen más penosa que de los pequeños huérfanos hambrientos por las calles de las ciudades destrozadas por la guerra.

Una fría mañana, muy temprano, un soldado estadounidense regresaba al cuartel en Londres, cuando al dar vuelta la esquina con un jeep, vio a un pequeño muchacho con la nariz contra el vidrio de una pastelería. En el interior un cocinero amasaba rosquillas. El muchacho, hambriento, observaba cada movimiento en silencio. El soldado detuvo su jeep y se acercó al muchacho. A través de la ventana empañada podía ver cómo sacaban del horno las apetitosas rosquillas bien calientes. El muchacho se relamía y suspiraba cuando del cocinero las colocaba en la vidriera con sumo cuidado. El soldado sintió compasión por el huérfano y se paró junto a él.

-Hijo… ¿te gustaría comer un poco?

-¡Sí, me gustaría! – respondió el muchacho, un poco asustado. El soldado entró en la pastelería, compró una docena y poniéndosela en una bolsa fue en busca del muchacho, en la fría y neblinosa mañana de Londres. – Aquí tienes – dijo con una sonrisa.

Cuando se dio vuelta para marcharse, sintió que le tiraban del saco.

- Señor… ¿es usted Dios? –preguntó el muchacho.

Nunca nos pareceremos más a Dios que cuando damos.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio..”
 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
I Juan 3:18
Tomado del libro Conectado con Dios.
Autor: Jim Burns