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lunes, 22 de noviembre de 2010

El pan de vida

El pan de vida
Como es el pan para el hambre, así dijo Jesús que era Él para el alma.

Viaja a casi cualquier país y siéntate en cualquier restaurante y te servirán pan. El pan es primordial. Si los pobres no tienen nada, tiene pan. Si los ricos lo tienen todo, incluso tienen pan. El pan no es una comida regional ni un plato nacional. Ningún país pretende ser la fuente exclusiva del pan. Puede ser en forma de tortilla mexicana o un pan ázimo de Nueva York, el pan se encuentra en todas partes. Así es Cristo. Las fronteras no le limitan. Ningún país pretende ser su dueño. Ninguna región lo considera suyo. Ninguna nación lo monopoliza. Está en todas partes al mismo tiempo. Está disponible universalmente.

El pan se come todos los días. Algunas frutas sólo se consiguen según la estación. Algunas bebidas sólo se preparan para ciertas festividades. No ocurre así con el pan. Ni tampoco con Jesús. A Él debemos traerlo a la mesa cada día. Y nutre nuestros corazones no sólo durante ciertos meses o en ocasiones especiales, sino todos los días.

El pan se sirve de formas diferentes. En tostadas, con mermelada, con mantequilla, solo y cocinado. Como sándwich, dulce, el que se usa para perros calientes, como cruasán, o panecitos especiales para la cena. El pan satisface varias necesidades. Así es Jesús. Se adapta para satisfacer nuestras necesidades. Tiene palabra tanto para el solitario como para el popular. Ayuda al enfermo físicamente como al enfermo emocional. Si tu visión es clara, Él te puede ayudar. Si es borrosa, Él te puede ayudar. Jesús puede satisfacer cualquiera necesidad.

¿Comprendes por qué Jesús dice que Él es el Pan de vida?

Encuentro aun otra similitud. Piensa cómo se hace el pan. Piensa en el proceso. El trigo crece en el campo, luego se corta, aventa y convierte en harina. Pasa a través del fuego del horno después de lo cual se distribuye alrededor del mundo. Sólo mediante este proceso el pan llega a ser pan. Cada paso es esencial. Elimina la planta y no tendrás trigo. Elimina el molido y no tendrás harina. Elimina el fuego y no tendrás el producto. Elimina la distribución y no satisfará las necesidades de las personas. Cada paso es indispensable.

Ahora, piensa en Jesús. Creció como “planta tierna” (Isaías 53:2). Uno entre millones de niños en el planeta. Uno entre miles en Israel. Uno entre docenas en Nazaret. En nada diferente a otra persona en la calle y al niño sentado en la silla a su lado. Al verlo como jovencito, quizás no habrías pensado que era el Hijo de Dios. Lo habrías visto como un joven educado, cortés y trabajador, pero… ¿Dios en la tierra? Jamás. Era sólo un niño. Uno entre cientos. Como una gavilla en el campo de trigo.

Pero al igual que el trigo, Él fue cortado. Como paja fue molido y golpeado. “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él”(Isaías 53:5). Y como el pan, pasó a través del fuego. En la cruz, pasó a través del fuego de la ira de Dios, no por sus pecados, sino por los nuestros. “El Señor cargó sobre Él la maldad de todos nosotros” (Isaías 53:6).

Jesús experimentó cada parte del proceso de la elaboración del pan: creció, lo molieron, pasó por el fuego. Y así como cada paso es necesario para el pan, también lo fue para que Cristo llegara a ser el Pan de vida. “¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?”(Lucas 24:26).

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre;
y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:35

Tomado del libro el trueno apacible
Autor: Max Lucado

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