No le reces a Dios mirando al cielo, ¡mira hacia adentro!
No lo busques a Dios lejos de ti, sino en ti mismo...
No le pidas a Dios lo que te falta: ¡búscalo tú mismo!, y Dios lo buscará contigo, porque ya te lo dio como promesa y como meta para que tú lo alcances...
No reproches a Dios por tu desgracia;¡Súfrela con Él! Y Él sufrirá contigo; y si hay dos para un dolor, se sufre menos...
No le exijas a Dios que te gobierne, a golpe de milagros, desde afuera;¡Gobiérnate tú mismo! con responsable libertad, amando, y Dios te estará guiando ¡Desde adentro y sin que sepas cómo!
No le pidas a Dios que te responda cuando le hablas; ¡respóndele tú!, porque Él te habló primero; y si quieres seguir oyendo lo que falta escucha lo que ya te dijo.
No le pidas a Dios que te libere, desconociendo la libertad que ya te dio. ¡Anímate a vivir tu libertad! y sabrás que sólo fue posible porque tu Dios te quiere libre.
No le pidas a Dios que te ame, mientras tengas miedo de amar y de saberte amado. ¡Ámalo tú! y sabrás que si hay calor es porque hubo fuego y que si tú puedes amar es porque Él te amó primero. (San Agustín)
No hay comentarios:
Publicar un comentario