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viernes, 7 de marzo de 2014

EL PODER PERTENECE A DIOS

EL PODER PERTENECE A DIOS

 El pastor Bruce Larson relata la historia de un aficionado que le gustaba observar a las águilas. Un día estaba sentado sobre una roca, observando un águila que volaba en todo su esplendor. De repente, gracias a su penetrante y aguda visión, la reina de las aves se lanzó veloz entre el matorral y cuando salió, llevaba una presa entre sus garras. Acababa de garantizar la comida del día.

 Pero este aficionado continuó observando. Primero con fascinación y después con aprehensión, porque el águila comenzó a volar con dificultad, casi sin rumbo, sujetando todavía a su presa. Después de un tiempo, comenzó a descender y a descender, hasta que cayó abruptamente.

Curioso, se acercó al lugar donde el águila se estrelló contra el suelo. Cuando vio la tragedia, descubrió que la poderosa ave había cazado un hurón, que es uno de los más formidables roedores de las montañas; y mientras llevaba a su víctima, ésta le había roído la barriga a punto de sacarle los intestinos.

Cuando nosotros pensemos que estamos dominando, tengamos cuidado. Cuando pensemos que tenemos poder, tengamos precaución. Nuestra “victoria” puede ser nuestra derrota. Nuestra “conquista” puede transformarse en nuestra mayor tragedia.

“Una vez habló Dios”. No necesita hablar más, su palabra es eterna. Cambia el rumbo de las cosas, transforma y restaura. Nosotros hablamos muchas veces y no decimos nada. Dios habló y el mundo llegó a la existencia. “El dijo y fue hecho, mandó y existió”.

El poder es de Él y solamente a Él pertenece. A veces lo presta, por amor, lo confía a la pobre criatura, y ésta queda fascinada y comienza a pensar que es dios. ¡Cuidado! El poder que nos fue confiado circunstancialmente es un don que necesitamos administrar con sabiduría. Si no lo hacemos así, ese poder puede transformarse en un arma que segará nuestra propia vida. Cuando pensemos que estamos cazando, podemos ser cazados; cuando pensemos que estamos venciendo, podemos estar perdiendo.

 “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto”. Si Dios no necesitó hablar más que una vez, ¿Por qué el hombre precisa oír dos veces? Cuando nuestra alma escucha el eco de la voz de Dios una y otra vez, hasta que el consejo divino llega a ser parte de nuestro propio ser. Fijemos hoy nuestros ojos en el Dios del poder. Cuando todo falla en esta vida, Dios todavía esta allí, listo para socorrernos, pero recordemos: “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto; que Dios es el poder”.

Tomado del libro “Cada día mas sabio”, por Alejandro Bullón.